En un contexto como el actual, en el que la contaminación del aire es un fenómeno cada vez más nocivo para el medio ambiente y el ser humano, conocer las pautas para medir la calidad del aire ayuda a saber el aire que respiramos en cada momento. Tanto en exteriores como en nuestras viviendas, donde también es importante controlarlo.

A partir del estudio de la calidad del aire se puede conocer la composición y concentración de los múltiples gases y partículas que se encuentran dispersos en la atmósfera. Estos elementos deben hallarse en una proporción determinada, con el fin de cumplir con un equilibrio y una calidad que permita a todos los seres vivos disfrutar de una vida saludable frente a la contaminación ambiental.

Los factores que afectan, tanto de manera directa como indirecta a la calidad del aire son diversos. Por ejemplo, las variables meteorológicas que condicionan la dispersión y las reacciones químicas de los elementos presentes en la atmósfera: la temperatura, la humedad, los vientos, las precipitaciones, la radiación solar y la presión atmosférica.

El índice de calidad del aire (AQI)

Para conocer el proceso de medición de la calidad del aire, también es importante conocer el AQI, el valor índice de la calidad del aire. Este índice notifica de manera diaria el grado de pureza o contaminación atmosférica y los efectos para la salud.

El AQI usa una especie de regla que va de 0 a 500. Cuanto más alto es el valor, mayor es la contaminación del aire y más perjudicial para la salud. Se divide en seis tramos y cada uno está representado por un color, un nivel para la salud y el índice de la calidad del aire:

  • Verde: Buena para la salud (AQI de 0 a 50)
  • Amarillo: Moderada (AQI de 51 a 100)
  • Naranja: Dañina a la salud para grupos sensibles (AQI de 101 a 150)
  • Rojo: Dañina a la salud (AQI 151 a 200)
  • Morado: Muy dañina a la salud (AQI 201 a 300)
  • Marrón: Peligrosa (AQI superior a 300)
El aire que respiramos en interiores

Cuando hablamos de cómo se mide la calidad del aire, se tiende a pensar que la contaminación del aire solo afecta al exterior. Pero los interiores son de gran importancia, dado que pasamos mucho tiempo en espacios cerrados, ya sea en casa, en el trabajo o en lugares de ocio.

El aire de esos espacios también puede estar contaminado. Parte de los elementos contaminantes que se encuentran en el aire interior proceden de los sistemas de ventilación o se introducen por las ventanas. Pero la mayoría proceden de las personas y seres vivos que habitan en él. También de los materiales de construcción, los productos de limpieza o el propio mobiliario. Fumar, evidentemente, amplía el aire nocivo para la salud.

Para medir la calidad del aire en las casas o espacios interiores existen diferentes dispositivos. Estos dispositivos, cada vez más sofisticados, llevan a cabo una monitorización continua y en tiempo real. También alertan de cuándo se debe ventilar la casa:

  • Sensores de CO2: miden a través de infrarrojos el CO2 en partes por millón (ppm).
  • Sensores de concentración de VOC: miden los Compuestos Orgánicos Volátiles (VOC), que se encuentran en la mayoría de los elementos vivos y se pueden convertir en vapores o gases.
  • Sensores de PM 2.5: evalúan las partículas finas que se encuentran en suspensión y que pueden causar problemas respiratorios.
  • Sensores de humedad: miden la temperatura y la humedad en el ambiente. La humedad interior es muy importante para controlar la calidad del aire.
  • Sensores de Formaldehido (HCHO): es un compuesto orgánico volátil (COV) que se comporta a temperatura ambiente como un gas incoloro. Es de uso común en múltiples actividades industriales que derivan en la producción de barnices, pinturas, colas, aprestos para tejidos, conservantes en cosmética y un sinfín de utilidades que nos envuelven en el día a día, por lo que lo encontramos en nuestras viviendas y lugares de trabajo formando parte del ambiente cotidiano que tocamos y respiramos.